Hoy en día muchas personas que menstrúan por todo el mundo buscan alternativas más cómodas, asequibles y ecológicas a las compresas y tampones desechables. Y en su viaje para encontrar los productos perfectos para la higiene del periodo se encuentran, tarde o temprano, con este nuevo e innovador producto: la copa menstrual. Pero, ¿son realmente las copas menstruales una novedad en el mercado? ¿Cuál es la historia de este producto y cuál es el secreto de su relativamente lento camino hacia la popularidad?
La idea de los dispositivos diseñados para recoger el flujo menstrual no es nueva. Su historia se remonta al siglo XIX. Estos primeros prototipos, sin embargo, tardaron más de 60 años en evolucionar hasta convertirse en algo parecido a lo que conocemos hoy en día. Las copas menstruales modernas se inventaron en la década de 1930: la primera copa menstrual comercial fue patentada por Leona Chalmers en 1937. Sus copas estaban hechas de goma de látex, y su éxito comercial se vio obstaculizado por la escasez de goma durante la Segunda Guerra Mundial y por el tabú general que rodeaba el tema de la higiene menstrual y los productos reutilizables para el periodo.
En las décadas siguientes, las empresas intentaron comercializar sus productos para llegar a un público más amplio, pero las clientas potenciales seguían sintiéndose incómodas con la idea de lidiar con la sangre menstrual, limpiar sus copas y reutilizarlas. El uso de productos desechables se percibía como una opción más cómoda. Esto llevó a Tassette, una marca de copas menstruales, a diseñar una copa menstrual desechable. Desgraciadamente, este producto, al igual que su predecesor reutilizable, no consiguió dejar una impresión duradera a nivel popular.
Desde que aparecieron por primera vez, varios tipos de copa menstrual han estado presentes en el mercado y más o menos a disposición de las personas dispuestas para utilizarlas; pero su popularidad nunca ha logrado alcanzar los niveles de la corriente principal.
En este punto de la historia sería lógico considerar la copa menstrual de antaño como un invento fallido. Pero eso sería un error. En realidad, después de años de subestimar su potencial, el conocimiento y la popularidad en torno a la copa menstrual pareciera aumentar con cada año que transcurre. Por supuesto, el trabajo aún no está terminado, y las marcas todavía tienen un largo camino que recorrer para reemplazar a los tampones y toallas desechables en la cima de la lista de productos más populares para el periodo; pero incluso el hecho de que cada vez más personas conozcan la existencia de esta alternativa ya es un gran éxito. Entonces, ¿a qué se debe este repentino cambio de actitud? ¿Hay alguna diferencia significativa entre la copa menstrual del pasado y la copa menstrual moderna? ¿Qué ocurrió?
En primer lugar, el estigma social que rodea a la menstruación ha perdido gran parte de su impacto en las elecciones de los consumidores, especialmente en los países de renta alta. El creciente interés por los productos reutilizables también está directamente relacionado con la creciente conciencia ecológica y el movimiento de "cero residuos".
La copa menstrual es, sencillamente, una opción más sostenible para gestionar el flujo menstrual que los productos desechables, ya que una sola copa puede utilizarse hasta por 10 años. Su compra también elimina la necesidad de comprar nuevos productos por cada ciclo, lo que a su vez disminuye los residuos y los gastos.
Por esta razón, se considera la copa menstrual como una forma eficaz de luchar contra la "pobreza menstrual".
La mayoría de las copas modernas que se pueden comprar hoy en día en las tiendas están fabricadas con silicona de grado médico y se consideran un producto de higiene menstrual perfectamente seguro y eficaz. Y ahora, con dispositivos innovadores como El limpiador y esterilizador portátil de copas menstruales Emanui, utilizarlas y mantenerlas limpias es más fácil y cómodo que nunca.